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 Terrés Terrés
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Monday 4 de April de 2011, 13:09:19
Monte Perdido. La montaña escondida.
Tipo de Entrada: RELATO | 3753 visitas

Agosto de 1.999 ...lo que ocurrió aquella noche fue lo esperado después de la alegría de haber cumplido con éxito los objetivos, y de haber hecho tan buena actividad. Lo celebramos. Lo pasamos muy bien aquella noche...

     Dicen que a la tercera va la vencida. Por ello en el verano del noventa y nueve Paco Martínez me invitó a irme con él y con Jesús Andujar a Ordesa para subir a Monte Perdido. Yo no estaba preparado ni estaba en mis planes salir de viaje ese verano, es más, llevaba una temporada que no salía asiduamente a la montaña; pero bueno, me decidí y me apunté con ellos.

     El recorrido iba a ser el de siempre: subir por todo el Valle de Ordesa desde Torla y el aparcamiento hasta Góriz donde montaríamos la tienda y nos serviría de base para la ascensión.

     Esta vez yo quería variar. Había oído hablar de la famosa Senda de Los Cazadores y sugerí a mis dos compañeros de recorrernos el valle por ese lugar. Éstos como tampoco lo habían hecho, accedieron. Llegamos ya a media tarde al aparcamiento de Ordesa con el autobús Torla-Ordesa. Se nos iba a hacer tarde y lo más seguro es que no llegáramos a Góriz ese día. Cogimos la indicación de Senda de Los Cazadores cruzando el río Arazas casi desde el mismo aparcamiento, y enseguida la senda se empinaba y zigzagueaba de forma considerable. Íbamos cargados con los mochilones y esa primera subida resultó muy agotadora, aparte que para empezar, llevábamos un buen ritmo. Dicha subida llegaba hasta un balcón de una de las fajas, con un desnivel considerable desde el fondo del valle hasta dicho balcón. Por en medio del bosque de coniferas muy tupido y vertical de las laderas meridionales del valle.

 

Jesús, Terrés y Paco en el Mirador de Calcilarruego



     Ya arriba llegamos a lo que llaman el Mirador Calcilarruego. Una magnífica plataforma con un refugio vivaque o cabaña con unas vistas impresionantes del centro y comienzo del Valle de Ordesa. Al coger altura veías el valle perfectamente desde los fondos del mismo hasta las partes más altas de sus paredes, fajas y cimas. Es un mirador muy bello que te ofrecía una imagen del valle espectacular, alucinante y encantadora. Veías toda la belleza y hermosura de todas las características del valle (bosque, morfología, geografía…) desde un enclave perfecto y sobrecogedor, desde un vertiginoso resalte que servía de balcón con un desnivel de unos seiscientos metros desde el aparcamiento hasta dicho mirador, y de otros casi seiscientos metros desde la altura del mirador hasta las partes más altas por encima de las paredes que rodean el Valle de Ordesa y que teníamos enfrente. Estábamos a unos dos mil novecientos metros. Justo enfrente, el valle se metía casi escondido hasta un gran circo de paredes y escarpes vertiginosos y de una belleza y frondosidad intacta y espectacular (como cada rincón de este valle): Es el Circo de Cotatuero; que desde las alturas y en su pared final una alta cascada baja hasta el fondo del valle coronando dicha imagen y engrandeciendo la vitalidad y fuerza de la visión. El espectáculo era soberbio. No sé si habrá lugar parecido a éste. Yo aún no lo he visitado ni tengo conocimiento de lugares así. Vale la pena acercarse y contemplar esta maravilla de la naturaleza y sorprendernos con las cosas que la Madre Tierra tiene escondidas y preparadas para nosotros.

 

ruta día 1



     Pasamos la noche en este refugio para el otro día solamente coger la senda y dirigirnos (ahora horizontalmente) por encima de las fajas hasta el final del valle, hasta el Circo de Soaso. La Senda de Los Cazadores al igual que el Mirador de Calcilarruego te ofrecía una vista espectacular, soberbia y encantadora del Valle de Ordesa, y el tiempo, aunque no despejado del todo, no impedía que el sol iluminara los bellos rincones de este valle. Allá al fondo, levantando la vista y por encima del Circo de Cotatuero un vasto corte en la montaña, aunque lejano era apreciable sus dimensiones y grandeza, nos llama la atención. Yo lo reconozco: es la Brecha de Rolando. Espectacular, altiva y enorme nos hace pensar en el “gigante” francés Rolando y en su espada, y en que dentro de unos días deberemos cruzar esa puerta natural para pasar el lado francés y al Circo de Gavarnié. A medida que vamos recorriendo esta emocionante senda que cruza por la llamada Faja de Pelay, el paisaje va pasando también por nuestra mirada como una pequeña pantalla de cine que hace un giro para grabar, de ciento ochenta grados. Allá, al final del valle, ya vislumbramos a nuestro gigante que intentaremos subir y conquistar como si de un gran reto se tratara: el Monte Perdido. Escoltado por sus dos centinelas a cada lado: el soberbio Cilindro de Marboré, con sus verticalidades formidables y resaltadas, y el Soum de Ramond o Pico de Añisclo, con sus suaves laderas y su pico como sobre una mesa.

     La Senda de Los Cazadores termina (o empieza) casi en la entrada del mismo semicírculo que forma el Circo de Soaso, y desde aquí ya cogemos la ruta normal de subida hasta el Refugio de Góriz. En este, ya conocido, recorrido, debo decir que me entró algo de diarrea. Ese molesto malestar que muchas veces nos ocurre en la montaña y nos impide seguir disfrutando de la actividad. Por eso es bueno llevar algo para “ensuciar” la pureza de esta agua del Pirineo (gaseosa, pastillas potabilizadoras, tang…) ya que nuestros cuerpos en un principio, parece ser, no están acostumbrados a esta agua pura y limpia. También puede ser que un grupo de vacas estén pastando río arriba.

 

ruta día 2



     Ya estamos en Góriz. La zona es un hervidero de gente y montañeros: numerosas tiendas montadas ya alrededor del refugio, gente que sube de Ordesa, que baja de la Brecha, merodeando por el lugar, que se dirigen al Valle de Añisclo pasando bajo la Torre de Góriz... mucha gente, mucha actividad. La verdad es que Góriz en verano es uno (si no el que mas) de los refugios más visitados del Pirineo. Base y lugar de paso para muchas ascensiones y rutas del parque nacional. Portugueses, franceses... de muchos lugares y nacionalidades; es La Meca del pirineísmo.

     Nosotros montamos nuestra tienda en un lugar algo más alto que el refugio y algo alejado de él, sobre una pequeña planicie. Pero las tiendas que están montadas y las que se están montando se extienden alrededor nuestro y del refugio, mucho más alejadas de nuestro iglú.

 

Cerca de la Escupidera de Monte Perdido



     Al otro día, algo tarde (como siempre) nos levantamos con la intención de subir Monte Perdido. Nada mas levantarnos vemos como algo mas abajo y cercano al refugio, unos guardas instan a los acampados a desmontar sus tiendas ya que está prohibido acampar hasta cierta altura en todo el parque nacional y solo dejan montar para pasar la noche. A nosotros no llega a vernos y por eso no desmontamos la tienda. ¡Tampoco vamos a estar tanto tiempo!

     Empezamos la subida siguiendo una senda (a veces trazada, otras siguiendo hitos) hacia las laderas suroeste de Monte Perdido. Llevamos una buena marcha. El tiempo es bueno, aunque no totalmente despejado. Las nubes pasan como un rebaño de ovejas allá en lo alto del cielo.

 

Terrés, Jesús y Paco en la cumbre de Monte Perdido



     La senda no es difícil; pasa bajo paredes y se mete por un pequeño valle entre la mole de Monte Perdido y la del Cilindro. Subimos por pequeñas cubetas que forman una gigantesca escalera y cruza lomas de roca viva y descubierta por la que tienes que casi trepar, pero sin ninguna dificultad, hasta la cubeta final donde se encuentra un pequeño ibón: el Lago Helado de Monte Perdido. Aquí una aparente infranqueable pared cierra este pequeño vallecillo entre Monte Perdido y el Cilindro por el que hemos subido. Ahora a nuestra izquierda está la subida al Cilindro de Marboré y a la derecha la subida a Monte Perdido; desde las orillas del Lago Helado, que no tenía nada de hielo. Llevamos una sola mochila que nos vamos turnando y pasando. Jesús Andujar se encuentra fuerte y en casi todo el recorrido se ha adelantado casi sin esperarnos (cosa muy mal en montaña cuando vas con gente menos fuerte que tú).

     Empezamos la subida por una especie de canal abordada por un nevero amplio que se empinaba poco a poco a medida que subías. La senda, muy bien trazada, iba por una crestecilla nada peligrosa a la derecha de este canal. Más arriba el frío empieza a notarse a pesar del calor desprendido por el esfuerzo de la subida. Al poco tiempo el terreno se empina más aún y cruzamos la famosa Escupidera de Monte Perdido; que es una zona que con nieve y al estar vertical te puedes resbalar, deslizándote como un tobogán hacía abajo, de forma tal que sales despedido fuera del canal hacía un vacío mortal. Es como si Monte Perdido te “escupiera” fuera de sus dominios hacía una caída mortal. Puede ser la parte más peligrosa de la subida pero no tiene ninguna complicación.

 

Bajando de Monte Perdido, detrás el Cilindro



     A nuestra izquierda un escarpe en el espolón contrario de este canal culmina en el tremendamente escarpado y modesto Dedo de Monte Perdido. Visible desde muchos puntos del Pirineo que se observe a Monte Perdido. Sus verticales paredes le hacen parecer un perfecto castillo sin pasarela ni almenas intermedias, muy difícil de asediar y casi sin posibilidad de conquistarlo. De hecho tiene la fama de ser el pico más difícil de escalar de todo el Pirineo.

     Ya arriba la pendiente se suaviza y un extraordinario balcón te deja ver, si te asomas, el impresionante glaciar de Monte Perdido, casi escondido en su cara norte noroeste, pero espectacular con sus grietas y seracs. Ya estamos en la cumbre. Por una suave pero helada, bajo las piedrecillas, ladera se sube al eje geodésico de Monte Perdido. ¡Lo hemos conseguido! Es como si me quitara una espinita que tuviera clavada. ¡Ya estoy en la ansiada cumbre de Monte Perdido! Hace frío, voy en pantalón corto, me subo las calcetas hasta las rodillas, me pongo los guantes pero sigue haciendo frío. Nos abrazamos y hacemos fotos. Estamos a tres mil trescientos cincuenta y cinco metros. Hemos dejado el Lago Helado a tres mil cincuenta metros y Góriz a menos de dos mil doscientos metros. Las nubes impiden que veamos enteramente el espectacular paisaje de los Pirineos desde uno de los mejores miradores y más alto de los mismos; pero de vez en cuando nos deja entrever algo.

 

Jesús, Terrés y Paco en la cumbre del Cilindro



     Hay que bajar. Seguimos el mismo camino de subida hasta el Lago Helado ahora para bajar. En frente nuestra, el robusto Cilindro de Marboré con sus impresionantes paredes que lo rodean y le dan esa forma característica de infranqueable cilindro, salvo por su ladera sur suroeste menos escarpada. Hay mucha gente que sube y baja la montaña, es una auténtica romería montañera. Monte Perdido es la montaña más visitada de los Pirineos, si no, una de las que más se visita, por lo que representa: una montaña emblemática, accesible y rodeada de un entorno (Valle de Ordesa, Añisclo, Pineta, Gavarnié...) paradisíaco.

     Llegamos al Lago Helado. Hemos subido muy rápido, en muy buen tiempo, unas dos horas y media aproximadamente, y ya que estamos en altura y con fuerzas, Paco comenta de subir el inhiesto Cilindro. No ponemos ninguna pega y decidimos subirlo también. Esta vez dejaremos la mochila escondida entre unas rocas a orillas del lago para subir sin peso.

     La subida al Cilindro también se hacia por una especie de canal, esta vez más estrecha y empinada que la de Monte Perdido. Por una senda terrosa llegamos a una especie de portillón que da a la otra vertiente. Desde aquí a la derecha según llegamos, una pequeña pared que da a la parte más alta del pico nos impide proseguir. Ésta se puede salvar o bien por una grieta en la parte central con una trepa resguardada, o por otra parte más a la izquierda y más fácil de trepar pero menos resguardado de una caída más comprometida. Elegimos la trepa más fácil que se hace en pocos metros. Una vez arriba solo hay que seguir la loma cimera (a veces con pasos de trepa, a veces algo aérea) hasta su punto culminante, la parte más alta del Cilindro de Marboré; solo treinta metros más bajo que su hermano mayor Monte Perdido.

 

Terrés y Jesús en la Brecha de Rolando



     El pico es más espectacular y encrespado que Monte Perdido por su escarpado perfil: una gran pared vertical de más de doscientos metros de altura en algunas zonas, y rodeándolo en forma circular dándole esa forma de cilindro como si fuera el corsé de una mujer de figura obesa. Solo salvable por su vertiente sur suroeste y noroeste que da a Góriz. Desde luego la subida es más entretenida y complicada  que la de su hermano mayor Monte Perdido; más solitaria, menos visitada pero nada peligrosa. Es un bello pico que merece visitar y asomarse desde su cumbre al vacío atrayente de sus paredes, y deleitarse con una magnífica visión de Monte Perdido y sus perfiles que desde aquí nos ofrece en un mirador privilegiado. Lástima que esa mañana las nubes se interponían entre los dos gigantes, las dos Sorores, y no pudimos admirar tan hermoso paisaje. A pesar de todo, como en Monte Perdido, disfrutamos de las manías del tiempo en la alta montaña y de sus habituales y acostumbradas pinceladas en el cielo y orografía pirenaica.

     La bajada es por el mismo sitio, con atención al destrepe primero de subida, para bajar al antes citado pequeño portillón; pero sin ninguna complicación. Ahora con una abrumadora visión de la subida a Monte Perdido mientras que bajamos por la empinada senda hasta el Lago Helado. Una vez aquí recuperamos la mochila y desandamos el camino hasta Góriz. La bajada también es rápida y a las tres de la tarde ya estamos tumbados en la fresca hierba junto a nuestra tienda. No es que quisiéramos ir rápido, simplemente era el paso que nos marcaban nuestras fuerzas.

 

ruta día 3



     Ya en la tienda Paco sugirió desmontar y acampar más arriba de Góriz en dirección a la Brecha de Rolando, pero preferimos quedarnos a descansar y gozar de algunos momentos de contemplación, de fingida meditación y disfrute del momento de éxito. Góriz seguía lleno de montañeros aquí y allá que se iban, llegaban, desmontaban, acampaban... todo un frenético movimiento digno de los más visitados campamentos base. Frente a nosotros un montañero montaba la tienda junto con su novia, que para ella era la primera vez que hacía una marcha de montaña y él la estaba iniciando. “Poco a poco; hasta aquí está bien, no sea que se agobie...” nos contestaba cuando le preguntábamos si iban a subir Monte Perdido o a hacer alguna otra marcha.

     Al día siguiente desmontamos y levantamos el campamento para dirigirnos a la Brecha de Rolando, paso y frontera entre España y Francia. Yo estaba ansioso por ver el impresionante Circo de Gavarnié del que tanto había oído hablar y visto en libros y revistas. Salimos de Góriz en dirección norte al principio, pero al poco tiempo cambiamos en dirección noroeste. Pasamos por verdes prados y pequeñas charcas llenas de color y vida, por una senda con pocos desniveles que se fueron acentuando a medida que nos acercábamos al Cuello de Millaris. Una vez cruzado, la senda se encrespaba pasando por lugares escarpados bajo paredes y murallas de las vertientes sur de El Casco y Pico Anónimo. Bordeamos dichas vertientes y subimos fuertes pendientes en senderos zigzagueantes bajo moles de piedra y neveros. Y por fin al frente vemos la espectacular Brecha de Rolando. Es mucho más impresionante y soberbia de lo que creía por lo que me habían contado, leído o visto en fotos: es un tajo impresionante y perfecto, cortado casi a medida, de forma rectangular de impresionantes, verticales y altas paredes. Realmente al verlo da la impresión de estar hecho adrede, por una espada gigantesca manejada por el gigante Rolando; ya que corta perceptiblemente el seguimiento de la montaña como si de verdad le faltara un trozo. Pero de dimensiones enormes y gigantescas. Cuando te acercas y pasas por la Brecha un escalofrío y un estremecimiento sacuden tu corazón como si estuvieras cruzando la “Puerta de La Esfinge”, y miras arriba a cada parte de las altas paredes de la Brecha esperando a que dicha esfinge te fulmine con su mirada. Algo sobrecogedor y emocionante.

 

Bordeando el Pic Bazillac



     Pero antes de llegar, el camino pasa por una escalonada pared que hay que atravesar horizontalmente y que puede ponerte los pelos de punta. Ayudado por una cadena cogida a la pared por unas clavijas (como las de Soaso pero en horizontal). La caída aquí puede ser desastrosa, peligrosa, por eso llevamos atención en poner los pies en los pequeñísimos escalones (que en ocasiones solo te cabe medio pié) y nos cogemos con firmeza a la cadena y a la pared. No es complicado, solo impresiona por el lugar por donde se cruza. La mochila hace que su peso desvíe tu centro de gravedad y el desequilibrio puede ser fatal y fácil que ocurra. Pero lo cruzamos sin complicaciones.
Poco tiempo después de cruzar por dichas clavijas, llegamos al enorme hueco de la Brecha de Rolando. En todo el recorrido hay gente; es una ruta muy transitada. En la Brecha hay gente descansando, contemplando el gran tajo, lo recorrido y lo que falta por recorrer. Aquí miramos el mapa. Una senda a la izquierda, según llegamos de Góriz, y por la parte española, sube, sorteando las paredes del Pic Bazillac, a la cumbre del (según dicen) pico de tres mil metros más fácil del Pirineo: el Taillón. Paco sugiere subirlo, ya que está escasamente a una hora de la Brecha. Dejamos las mochilas escondidas entre unas rocas en la misma Brecha y emprendemos la suave subida hacía el Taillón sin peso para ir más cómodos.

     El tiempo sigue con sus nubes con la impresión de que no despejará nunca, ya que durante todo el viaje nos han acompañado esas nubes a veces compactas y otras sueltas y dispersas que impedían una visión completa del paisaje. A este pico también sube mucha gente ya que no tiene ninguna complicación, es un verdadero paseo. Ya en su cumbre alomada y suave hay muchos montañeros y excursionistas que han subido a este fácil pico.

 

Paco y Terrés subiendo al Taillón



     Al otro lado los Gabietos hincan sus puntas, algo más bajas que el Taillón, en una espesa y blanca nube como arañando su blanquecino algodón con sus, verdaderamente, puntiagudos y encrespados picos. Más allá, las nubes nos hace difícil la visión del resto de los Pirineos.

     No estamos mucho tiempo en su cumbre y después de la foto de rigor bajamos de nuevo a la Brecha. Podemos observar, mientras bajamos, los perfiles de El Casco, apreciando perfectamente la forma característica que le da el nombre. Más allá se muestran los perfiles oeste de El Cilindro y Monte Perdido, cubiertos totalmente aquel día. Bordeamos las paredes sur del Pic Bazillac de nuevo y llegamos a la Brecha de Rolando para cruzarla y meternos en territorio francés.

 

Jesús, Paco y Terrés en la cumbre del Taillón



     Al otro lado de la Brecha las nubes lo cubren todo. No se ve nada. Desgraciadamente no podemos admirar desde esta parte, el magnífico e impresionante Circo de Gavarnié con sus vertiginosas y altivas paredes con un desnivel de más de mil quinientos metros. Sus enormes cascadas con un salto espectacular hasta el fondo del Valle de Gavarnié. En otra ocasión volveré nada más, entre otras cosas, para disfrutar y sumergirme en la belleza de este inmenso anfiteatro natural para llenarme con su espectáculo y hermosura.

     Después una vertiginosa bajada cruzando un trozo del glaciar de la Brecha y por una senda especialmente empinada inmersos en una espesa y fría niebla, llegamos al Refugio de Serradets o de La Brecha de Rolando. No demasiado grande pero estratégicamente construido en un lugar a una altura considerable en lo que debe ser un mirador excepcional del Circo de Gavarnié y del Pirineo francés. Aunque nosotros no veíamos “ni papa” con esta niebla. Permanecemos poco tiempo en el refugio. Compramos agua (a precio francés; caro) y bajamos en busca del Puerto de Bujaruelo o Gavarnié con la intención de bajar al Valle de Bujaruelo o del Ara, y pasar la noche en el camping de Bujaruelo.

 

Terrés, Paco y Jesús en el Refugio de Serradets



     La senda que va del Refugio de Serradets al Puerto de Bujaruelo es una autopista, está muy bien marcada y transitada. Hacía arriba deberíamos ver las caras norte del Taillón y Los Gabietos con sus glaciares, pero la espesa niebla nos sigue impidiendo ver las alturas y seguimos inmersos en ella. Cruzamos riachuelos y cascadillas que bajan de las laderas de estos picos. Y ya al cabo del tiempo y de seguir una senda ancha y muy usada, llegamos al Puerto de Bujaruelo o Gavarnié; otra vez frontera entre España y Francia, para entrar en España.

     Aquí las nubes se quedan altas y se despeja de tres mil metros hacía abajo, de forma que podemos ver el Valle de Bujaruelo o de Ara despejado con los macizos que lo rodean del Tendeñera y Mallarruego, entre otros, bajo una línea de nubes sombrías. Atrás, las nubes se quedan, también, en la parte francesa, tapando aún toda la magnífica vista hacía el Circo de Gavarnié. Ahora debemos bajar a este verde y bonito valle sin haber tenido la oportunidad de haber contemplado dicho circo, y a partir de aquí otro valle y otros paisajes se abrirán a nosotros en los espléndidos Pirineos.

 

Saliendo del Refugio de Serradets o de La Brecha



     La bajada es sinuosa y constante, sin un respiro para la horizontalidad. Ahora el verdor de los prados altos, el calor y la calma inundan el valle a medida que bajamos. En frente nuestro, al otro lado de las laderas del Valle de Bujaruelo en las que nos encontrábamos, un bonito y corto valle colgado de muestra ante nosotros con formas redondeadas y suaves, pero abruptas y escarpadas en sus cumbres. Es el Valle de Otal. Plagado de bosques y prados muy verdes que lo hacen hermoso y enigmático.

     Acercándonos ya a Bujaruelo nos adentramos en el bosque que habita los alrededores y Paco, al darse la vuelta, para ver por donde seguía y verme la cara, me pregunta: “¿Estas cansado?” Al rato le contesto: “Cansado no; más bien harto. ¡Harto de tanto andar!”. Y efectivamente habíamos hecho una marcha algo larga con la subida a un tres mil. Muy completa y sobretodo, bonita (a pesar de las nubes).

 

Jesús y Terrés en el Puerto de Bujaruelo



     Ya estamos en Bujaruelo, en su camping. Después de cruzar su magnífico y bien conservado puente románico que cruza el Río Ara, volvemos a la civilización. Lo que ocurrió aquella noche fue lo esperado después de la alegría de haber cumplido con éxito los objetivos, y de haber hecho tan buena actividad. Lo celebramos. Lo pasamos muy bien aquella noche. Es importante divertirse y pasar buenos ratos en compañía de tus compañeros de montaña una vez que has realizado con éxito (o sin él) una buena actividad montañera. No es imprescindible ni obligado, pero así los lazos de amistad  compañerismo se cierran más entorno a vosotros.

     Al otro día nos levantamos para finalizar el viaje. Solo hay dos horas de Bujaruelo a Torla por un camino por el que pasan los coches, valle abajo desembocando en la entrada al Valle de Ordesa, en el Valle de Broto. Es increíble que no tenga nada, nada de resaca después de... la noche pasada. Lo siento por las personas que molestamos en el camping.

 

ruta día 4



     En la bajada hacía Torla, las cascadas y riachuelos que bajaban al río Ara inundaban al paisaje, las laderas, en todo un espectáculo de vida y agua. Fue una marcha tranquila y relajada de regreso a Torla y sin darnos cuenta, llegamos a Torla, donde dejamos el coche.

     Desde Torla y con la visión del alto y boscoso Mondarruego, entrada y frontera entre el Valle de Ordesa y el de Bujaruelo, con sus enormes desniveles y paredes, despedimos estas hermosas montañas y valles con la satisfacción de haber realizado una magnífica actividad.

 

ruta día 5



     Realmente el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es uno de los lugares más espectaculares y bonitos de los Pirineos. Merece la pena recorrerse sus sendas, laderas y montañas en un paisaje encantador y único. Es importante cuidarlo, ya que la masificación de gente, turistas, montañeros y, en sí, visitantes, afecta de forma considerable al terreno y al paisaje. No debemos olvidar que estamos en lugares vulnerables y delicados, a pesar de sus grandiosos y aparentemente fuertes muros, paredes y laderas. Son lugares para recorrerlos y disfrutarlos siempre.

 

mapa total rutas
 



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