Saturday 20 de October de 2012, 10:10:36

...¡¿Y el vino?! Txell ha subido la botella que quería abrir en Conangles. Después de la lluvia, casi noche cerrada, me acerco a su tienda… solo me han dejado un “culín”...

     Podría ser el nombre de algún personaje famoso (y de hecho lo fue en su día), y este personaje famoso fue el que dio su nombre a uno de los picos más orientales de los Montes Malditos, del macizo de La Maladeta… podría ser el comienzo de un bonito cuento, de una extraordinaria historia.

     En octubre del 2.006 nos acercamos hasta él desde el Embalse de Llauset. El desconocimiento de la subida hasta el mismo por la Brecha de Soler i Coll nos hizo perdernos en su momento y no llegar a la cima del Russell. Por ello este pasado fin de semana 7, 8 y 9 de septiembre de 2.012 me volví a acercar con mis amigos Cuspidianos acompañados de Vicente y Nuria de Formentera del Segura (pueblo a 5 Km. de mi Almoradí natal). La idea era ir con las tiendas y acampar en los hermosos Ibones de Vallibierna que quedaban a mitad de camino en la subida y aproximación al Russell; y así hacer más interesante y aventurera la actividad… además el largo trayecto de la misma actividad, aunque sin peso se puede hacer fácilmente en un día, y la reciente iniciación de algunos de los participantes, bien merecía el hacerla con la tranquilidad, reposo y contemplación que nos da esos 2 días… al menos eso parece o eso creía.

     Kike me sugiere ir el viernes por la noche y pasar la noche en Conangles. La pasamos en Conangles por que Vicente y Nuria estaban instalados en su refugio. Vivaque en el extraordinario hayedo de Conangles, cerca del mismo refugio, aunque Txell y Kike montan la tienda a pesar de la magnífica noche. Como siempre me impresiona la belleza del lugar, como también me impresiona la suciedad y basura que en algunas laderas se esconden entre sus hojas secas del suelo.

     Al día siguiente, después de reunirnos con Vicente y Nuria, en el mismo Refugio de Conangles, partimos en dirección al Embalse de Llauset, pasando por el pueblecito de Aneto (¿el nombre se lo debe el pico al pueblo o el pueblo al pico?). Conangles está en la boca sur del túnel de Viella, en tierras de la comarca del Valle de Arán, Pirineo Catalán, y Aneto y las montañas y valles que nos recorreremos están en el Pirineo oscense… como ya sabremos el macizo de los Montes Malditos se encuentran en general entre el Valle de Benasque y en el que nos encontramos ahora, llamado en algunos tramos, de Barrabés. Con todos sus tres miles dentro del Pirineo oscense, menos el Tuc de Mulleres que queda en la misma frontera.

     Después de una sinuosa y larga carreterilla mal asfaltada, llegamos al parking del Embalse de Llauset, después de cruzar ese túnel con aspecto de búnker de la 2º Guerra Mundial. Casualmente llegan a la vez Pep, Francesc y Olga, y ya los 8 salimos en busca de esos valles y montañas de los Montes Malditos. A pesar de que estamos en el G.R.-11 no son paisajes muy visitados, y mucho menos por domingueros y curiosos… Mejor.

     Ya cargados casi como burros salimos por la fácil senda que sigue la orilla del embalse en dirección a un alto y gran pico que se ve justo al oeste, el Pico de Vallibierna. Espléndido y magnífico desde aquí. El embalse (antiguo estany apresado) no tiene tanta agua, parece que esté a la mitad de su capacidad; aunque de todas formas el paisaje y los lugares son de suaves laderas y bellos perfiles, más el Pico de Vallibierna que le da un toque agreste, alpino, hermoso.

     El día de momento es bueno. La hierba está agostada, no ha llovido mucho este verano, y las montañas aparecen con un semblante triste, marrón-amarillento. Al otro lado del embalse la marcadísima senda comienza a subir en su primera ascensión importante. Un cartel nos explica los distintos caminos para acercarnos y asediar al Pico de Vallibierna, y para llegar al Collado de Vallibierna, que es el rumbo que escogemos.

     Atrás dejamos el embalse, allá abajo con su tranquila y serena agua. Hermosa estampa. Aquí arriba descubrimos un simpático refugio cerrado, el de Botornás (nombre del lago cercano) y un “gigantesco” hito. Ahora cambiamos la dirección hacía el norte y pasamos junto al escondido Estany de Botornás. Es curioso: es una región de lagos y valles que, según la orientación de los mismos, tienen nombre catalán o castellano. Estany o Ibón es el nombre al que denominan los lagos de alta montaña de origen glaciar exclusivos de los Pirineos: Estany en catalán e Ibón en castellano.

     Seguimos la fresca y entretenida senda bordeando el magnífico Estany de Botornás que nos queda a la izquierda en la subida, en dirección norte. Arriba de él, las encrespadas y desafiantes inmediaciones del Pico de Vallibierna; que parece que lo vayamos rodeando en busca de un descuido y poder conquistarlo. Entre las aguas del río de Cap de Llauset paramos a descansar un poco y dar algún bocado. Las charlas y risas se suman a este espléndido día. Arriba vemos paredes desgajadas y afiladas en las cimas de las montañas, entre ellas el pico Cap de LLauset (2.854 mts.), al final de los valles… preludio de las montañas y lugares que hemos de subir.

     Después del descanso, seguimos valle arriba, y enseguida otro cartel señalizador. Aquí viene una incertidumbre sin sentido: según marcaba mi antiguo mapa implementado en la reseña del Evento en Internet, la subida al Collado de Vallibierna está más valle arriba; pero es de hace 10 años y desde hace tiempo que cambiaron la subida, el G.R., y para subir al Collado de Vallibierna, se sube acercándose al los Estanyets de Coma Arnau (Estany Xelat o CHelat como ponía en el mismo cartel indicador). Aquí la subida ya se pone interesante y volvemos a coger altura, sin parar de subir, con pequeñas zonas horizontales, hasta el mismo Collado de Vallibierna. Antes pasamos por una “balsita” que será la que nos cambie la dirección hacía, y casi directamente, el Collado de Vallibierna. Antes, en la misma subida, tiempo para admirar el hermoso y espectacular paisaje, protagonizado por el Estany del Cap de Llauset y el picudo y cónico (perfecto cono) Pic de La Solana de Llauset. Muy atrayente visión que dejaremos a la espalda y volveremos a descubrir cada vez que paremos a descansar en la roqueda subida al Collado de Vallibierna.

     Nos topamos con el típico caos de rocas graníticas de la alta montaña para llegar al alto Collado de Vallibierna (2.732 mts.), y una vez arriba una parada para la contemplación sobre lo subido. Antes nos hemos topado con otro cartelito (esto parece los Alpes), y ahora sí leemos “Ibones de Vallibierna”. El grupo va llegando. Fotos. Ahora también estamos en la frontera entre los nombres catalanes y los castellanos. Abajo, encajonados entre la roca y las escarpadas laderas de los valles, los encantadores Ibones de Vallibierna. Ahí, en sus orillas, pasaremos esta noche. Observando las montañas de alrededor, ya podemos ver algunos de los picos de los Montes Malditos que bajan desde el mismo cordal este del Aneto: el Russell, más cercano, altivo y magnífico, y el propio Aneto, más alejado pero totalmente reconocible y significante. Increíble.

     Las nubes ya comienzan a ser importantes. Esta tarde-noche se preveían tormentas. Después de descansar y charlar, comenzamos la bajada a los ibones. Entre enormes rocas y pedregales entre la roca viva granítica de la montaña, bajamos siguiendo las marcas rojiblancas del G.R., nunca las hemos dejado de seguir en todo el camino. Y después de poco tiempo llegamos a las orillas del primer ibón. El lugar es hermoso y roquedo a la vez, solo la planicie y verdor de las orillas oeste del ibón, nos dan una idea del lugar idílico donde montar las tiendas. Vemos bajar montañeros por la ladera de la izquierda, se oyen voces en el aire. Bajan del Vallibierna.

     Llegamos a las orillas del ibón, de aguas plácidas, tranquilas y muy transparentes, y plantamos las tiendas. El lugar es verde y tranquilo, abierto a los vientos y a los paisajes. No hay agua muy cerca, debemos ir hasta otro lado del ibón donde un riachuelo discurre entre las rocas de sus orillas, pero es el mejor lugar para poner nuestras 3 tiendas. Después comemos y descansamos a la espera de la tarde.

     Paseamos y nos recorremos los alrededores del ibón. Una pareja inglesa, supuestamente que siguen el sendero del G.R., han acampado al otro lado de nuestra orilla. Las nubes cubren ya todo el cielo, y la tormenta no se hace esperar. Mientras llueve y se va haciendo tarde, debemos cenar cada uno en su tienda. ¡¿Y el vino?! Txell ha subido la botella que quería abrir en Conangles. Después de la lluvia, casi noche cerrada, me acerco a su tienda… solo me han dejado un “culín”.

     Al otro día el despertador suena a las 6 de la mañana. Remolones tardamos en levantarnos, desayunar y salir hacía la Brecha de Soler i Coll. Hay que comenzar pronto ya que debemos tener tiempo para bajar al coche lo antes posible. Las sombras dejan paso a la luz del nuevo día, y ya se vislumbran sus rayos del nuevo sol en la cima del Vallibierna que queda justo detrás nuestro mientras subimos a la Brecha de Soler i Coll. La Brecha de Soler i Coll no es más que un empinado colladito que une el alto valle que viene de los Ibones de Coronas, con la base del Russell y esta parte norte del Valle de Vallibierna, justo arriba del Ibón más al oeste y grande de los de Vallibierna… o sea, teníamos la brecha siempre a la vista y en una de las laderas que salen del mismo lago.

     La empinada ladera nos deja en la nombrada brecha, y aquí podemos admirar esos gigantes que son los tres miles del Pirineo: de derecha a izquierda, el Russell, Margalida, Tempestades y Aneto. Haciendo un murallón de roca desgajada, negra y gris, y de crestas picudas y agrestes. Hermosas. Pero debemos de capotear el increíble campo de rocas enormes caídas de los gigantes, y vuelven a recrear esa zona caótica, desamparada y desesperada que nos hizo desistir hace 6 años. Abajo los ibones de Coronas, lejanos y bajos, unas pequeñas islas de mar entre desafiantes pendientes de roca descarnada y casi vertical.

     Vemos que sube más gente por la vía normal (más fácil), que viene del Refugio de Coronas y pasa por los Ibones de Coronas. Los diferentes colorines en la grisácea roca los delata.

     Estamos a 2.663 mts. y ahora, sin saber con certeza el camino, giramos hacía la derecha, bajando algo de altura y siguiendo hitos perdidos e indireccionables. Al final Kike decide no seguirnos, demasiado entretenido y fastidiado el recorrido para su sobre esforzado cuerpo. En la lejanía, desde la cima de la Brecha de Soler i Coll, nos hace fotos mientras avanzamos por un mar de rocoso lecho y olas de peñascos desprendidos.

     Describir el recorrido por este caótico lugar es difícil, pero al final tenemos que llegar a un punto entre el Margalida y el Russell. Una brecha transversal en medio de la pared formando una canal o pasillo diagonal, nos llevan, girando hacía la derecha, hasta la cima del Russell. Antes pequeños (o grandes, según que ojo lo vea) pasos de trepadas (pienso no llega a IIIº) debemos de superar. Entretenidos pero no demasiados expuestos, pequeños saltos sin complicación con las no despreciables caídas hacía la derecha y sur. Vicente y Nuria se lo piensan dos veces y entre Francesc y yo les ayudamos a superar estos pasos típicos de la alta montaña pirenaica… ¡Es lo que tiene la alta montaña!

     Después de salir de esta destrozada y pedregosa diagonal, salimos a una amplia casi planicie, también muy rocosa llena de las comunes rocas graníticas desgajadas y sueltas de la montaña. Y ahí arriba la cima del Russell nos sorprende por su sencillez casi desapercibida entre las rocas en ligera pendiente. Pero te das cuenta de que estás en lo más alto cuando te asomas hacía el noroeste y ves los temidos precipicios y las increíbles vistas hacía los valles al norte en los Pirineos ¡Espléndido! Estamos a 3.207 mts. pero ante la indecisión de visitar la cumbre sureste, se nos olvida celebrar la cima.

     Para llegar a la cima Sureste del Russell no hace falta ir por la arista de la cima. Una encastada senda se enfila entre los precipicios y las paredes desgajadas, muy cerca de la cresta cimera, por el sur, hasta la próxima e impresionante (desde la cima central) cima del Russell Sureste de 3.205 mts. Vicente no se atreve; puede que le asustara los pasos, que dan al principio, de las compañeras. Pero yo veo el camino más fácil si me acerco a los precipicios al sur del pico central.

     Las vistas son increíbles y el día, no lo he dicho en toda la subida, espléndido. A las nubes les cuesta salir en el día de hoy. Hacía el oeste, con todo el paisaje libre de obstáculos, vemos los macizos de los Besiberris y las montañas de Aigüestortes y del sur del Valle de Aran… bonito. Abajo los impresionantes lagos del Estany de Cap de La Vall y el Negre. Más al norte los originales y conocidos Tuc de Mulleres y Salenques, y entre ambos las Forcanadas casi escondidas ¡Precioso! Al sur los preciosos Ibones de Vallibierna metidos al final de su bello valle, el solitario Pico de Vallibierna hermanado con la Tuca de Las Culebras por una única y vertiginosa cresta ¡Extraordinario! Al final del Valle de Vallibierna, veo al fondo, suroeste y oeste los macizos del Cotiella y el magnífico y reconocible Posets… pero siguiendo la línea recta de las cimas de los dos Russell, la cresta sigue hacía los rocosos Margalida, Tempestades y al final, tapando el resto del paisaje, el majestuoso e imperioso Aneto con sus perfiles agrestes que dejan a los demás picos como más pequeños o menos importantes; toda la atención se la lleva el Monarca de los Pirineos. Increíbles paisajes.

     El tiempo nos sigue respetando, y el día es templado, soleado y muy bueno. Conversamos sobre la decisión de subir al Tempestades o no. Se está haciendo tarde. Debemos bajar y ya en la encrucijada de caminos entre el Russell y el Tempestades, ya decidimos que hacer. Volvemos desandando el camino al Russell central, donde nos espera Vicente. Pero Francesc quiere seguir la cima para pararse en un gran hito donde cree es la Punta de La Brecha; pero este pico está justamente al otro lado de la misma brecha, fuera de nuestro alcance.

     Antes, y en la cima del Russell Sureste, han aparecido un grupo de escaladores que venían por la fácil (según ellos) cresta oeste del mismo. Éstos han seguido la entretenida y aérea cresta sin mirar los caminos fáciles. Fascinante.

     Hacemos la bajada por la diagonal y el destrepe se hace más fácil que a la subida. Fotos y más fotos a la subida y a la bajada. Bajamos por donde subimos. Al acabar el pasillo entre las rocas de las paredes, paramos y decidimos no seguir hacía el Tempestades, son las 12 de la mañana, demasiado tarde. Tenemos que bajar a las tiendas, desmontar y cargarlas hasta el Embalse de Llauset… y yo quería estar a media tarde en Barcelona ¡Que iluso!

     Volvemos al caótico campo de rocas enormes caídas de los gigantes en dirección a la Brecha de Soler i Coll. Pero esta vez elegimos otro “camino”: seguimos los hitos que están más cerca de la pared escabrosa, desmantelada y punzante del Russell y su aguja suroeste. Yo opinaba que casi era mejor era seguir la vía normal hacía los Ibones de Coronas, y luego subir hasta la misma brecha, sin tener que pasar por este cansino, estresante y desanimado campo de enormes rocas. Pero la idea de bajar y luego subir no convencía a Francesc ni a Pep. Por suerte la bajada y travesía por esta parte del campo de rocas, fue más rápida y amena, y enseguida llegamos, por la cima del cordal, hasta la Brecha de Soler i Coll. Frente a nosotros, la magnífica vista de ese gigantesco y llamativo promontorio del Pico de Vallibierna. Y unos neveros viejos bajo las paredes del Russell daban un toque de vida a estos inertes granitos.

     La bajada hasta las tiendas también fue rápida y directa, sobre todo por lo empinado de la pendiente. Kike nos espera. Desmontamos. El tiempo increíblemente, a pesar de las predicciones meteorológicas, nos sigue respetando, parece que las nubes quieren crecer pero algo se lo impide… nuestro deseo de llegar secos al coche y de poder desmontar las tiendas secas de las tormentas de anoche.

     No da tiempo a comer. Pregunto el por qué; y mi pregunta deja de tener sentido cuando veo la hora que se ha hecho… cerca de las 3 de la tarde. Reemprendemos la marcha hacía el Embalse de Llauset. La primera subida hasta el Collado de Vallibierna se hace una tortura para la mayoría después de la actividad que ya llevábamos encima. Yo la intenté hacer de un tirón para quitarme el esfuerzo lo antes posible.

     Bajando hacía el embalse parece que las nubes por fin se han confabulado ya: comienza a tronar y al poco tiempo a caer algo de fino granizo. Pero las nubes no lo inundan todo, y se irán turnando para darnos luz o mojarnos con su lluvia. Nos ponemos los chubasqueros, cortavientos, cubre mochilas… y ya no nos los quitamos a pesar de las pausas. Hemos dejado los hermosos alrededores de los Ibones de Vallibierna y volvemos a ver los impresionantes paisajes de los valles y lagos con nombre catalán: Cap de Llauset, estany y pic.

     Una tienda hay plantada junto al río de Cap de Llauset. No somos los únicos locos por estos contornos. Pasando junto al Estany de Botornás, volviéndonos a maravillar por sus magníficas vistas reflejadas en sus aguas de los escarpes del Pico de Vallibierna, vemos a un maduro montañero mirando al infinito lago con una caña de pescar guardada en su antigua mochila… sigo pensando que no somos los únicos locos por estos contornos… pero que locura más sana.

     Este montañero, junto con dos chicas menos equipadas y acostumbradas a andar por estos terrenos, nos pillan llegando las cercanías del plácido Embalse de Llauset. A la vez que también nos pilla un fuerte aguacero que cae de una gris tormenta proveniente del bruno, oscuro, con aspecto misterioso ahora, Pico de Vallibierna ¡Espectaculares imágenes!

Russell from José Joaquín Terrés García on Vimeo.

     Llueve a cántaros. Nos separamos, y llegamos a los coches cada a uno a un tiempo. Gracias al túnel podemos coger los coches y aparcarlos dentro, pegados a las paredes; para que así, al resé de la fuerte lluvia, podamos cambiarnos de ropa y ordenar el maletero.

 
     Terminamos llegando a los coches a las 6 de la tarde. Al final la lluvia nos ha cogido y ha hecho acto de presencia, y en todo el Pirineo las luces fantasmagóricas de los relámpagos entre esas masas nubosas invisibles en la oscuridad, nos asombran con su cortina de vapor encendido. Impresionante. Acabamos aquí una gran actividad, con el éxito del objetivo conseguido con más esfuerzo y tiempo planeado, pero con una experiencia magnífica y espectacular, como siempre en los fascinantes Pirineos.

PUNTO ROJO:     Lugar donde acampamos.

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